Desde el inicio de tu embarazo pudiste notar que tu cuerpo comenzó a tener diferentes y sorprendentes cambios, a lo mejor subiste un poco de peso o comenzaste a notar estrías en la piel, mientras que por dentro, tus órganos tuvieron que acomodarse para que tu bebé pudiera sentirse más cómodo a medida que crecía dentro de tu pancita.
Después del parto todo tiene que volver a su lugar y no hay mejor forma de lograrlo que con un poco de ayuda. Aquí es donde entra la conocida faja posparto, de la cual, muchas mamás tienen dudas sobre su uso y beneficios de portarla.
Para que tengas una visión más amplia sobre este accesorio, tenemos para ti algunos mitos y realidades que te ayudarán a decidir si quieres o no, usarla.
Mito:
La faja sólo sirve para mejorar mi postura.
Realidad:
Además de alinear tu columna, su uso disminuye los dolores posparto en tu vientre.
Mito:
Únicamente puedo usarla durante el día.
Realidad:
El uso nocturno favorece el descanso de los músculos.
Mito:
Una faja no me ayudará a sentirme mejor.
Realidad:
Al darte seguridad y firmeza, sentirás mayor confianza en ti misma.
Mito:
Si me la pongo puedo sufrir incontinencia.
Realidad:
Al usarla, tus músculos internos se fortalecen y evitan estos accidentes.
Como podrás darte cuenta, una faja posparto ayuda a una rehabilitación práctica usándola por un período corto después del alumbramiento, agregando un poco de actividad física y masajes frecuentes.
Debes considerar y tener muy presente que cada parto, cuerpo y recuperación es distinta, por eso es importante que acudas con tu médico de confianza para que te ayude a llevar un manejo efectivo de la faja posparto y puedas retomar tus actividades en el menor tiempo posible.